Hay cosas simples, que forman parte de la cotidianeidad de nuestros días. Tomar el bondi, cruzar la calle, comprar el pan. Sin embargo, esto se puede convertir en una verdadera odisea, ante la cual es necesario desarrollar el mas profundo instinto de supervivencia, inventar elaboradas estrategias y maquinar fórmulas que nos permitan sobrevivir en el caos caraqueño.
Subirse el autobús. Cualquiera diría que es tarea simple, si claro, en Córdoba lo era, en Caracas, por otra parte, todo es diferente. No hay paradas señalizadas, las camionetas tienen cartelitos pegados que dicen para donde van, estacionan para recoger pasajeros en cualquier lugar, esquinas, a mitad de cuadra, en el medio de la calle. A la vuelta del edificio donde vivo, pasa la que me lleva al trabajo, es la que tiene un cartelito que dice LA URBINA. Todas las mañanas me ubico donde se aglomera la gente, justo al lado del contenedor de basura, a esperar que venga. Confiada en el respeto al orden de la fila que allí formamos, espero tranquila. Sin embargo, algo terrible sucede cuando el muchacho que grita los recorridos anuncia: ¨Chacaito, Plaza Venezuela, La Urbina, Petare!!!! Al llegar la buseta, de repente como si se tratara de un enorme tsunami, la hilera se desborda y comienza una seguidilla de terribles empujones, golpes y gritos. Tratando de cubrirme de tanta agresión, sólo alcanzo a decir: ¨ Pero, pero, pero…¨ Sorprendida por la arremetida que se produjo en escasos diez segundo, me doy cuenta que el bendito vehículo esta demasiado lleno y, por supuesto, con toda la gente que estaba detrás de mí. El muchacho que grita los recorridos me mira y con la cara muy seria me pregunta:
- ¨¿Y entonces pana? ¿Tu no vas para la Urbina pues…?¨
- Pero, pero, pero… ¿qué pasa?- le pregunto todavía incrédula de haberme quedado sin poder subir a la camioneta (una vez más)
- ¿Qué va a pasar? lo mismo de todos días, eres burda de lenta chica ¡Móntate pues!
- Pero señor… ya no hay lugar…- le digo casi al borde de las lágrimas.
- Móntate mami, móntate- me dice enternecido por mi cara de puchero.
Y sin darme ni un segundo para pensarlo, me agarra del brazo con una mano, mientras con la otra empuja a dos señoras que están haciendo equilibrio sobre los escalones.
- A ver señoras, colaboren pues, un poquitico mas para atrás, pa vé, que ahí todavía queda espacio.
- ¡Qué no! chico, no empuje, ¡no sea grosero!- Le grita una de las señoras enardecida.
- Coño señora… un poco de solidaridá con la chamita pues. Vente mami, siéntate aquí - dice el chofer asomando la cabeza entremedio de la corpulencia de las señoras. Y así, logro poder viajar a mi destino, sentada en la caja de cambios, medio aplastada y aturdida por la salsa que suela a todo volumen en la radio del camionetero.
Crónicas del camino, cosas bonitas de la Revolución y a veces no tanto.... Feminismo popular, libertario, revolucionario. De todo un poco para dialogar, compartir y aprender.
viernes, 14 de mayo de 2010
martes, 27 de abril de 2010
Comunicado de la Araña Feminista
Comunicado feminista
A las instituciones y la sociedad venezolana
“Ni un feminicidio más”
El feminicidio es el asesinato de mujeres favorecido por el ambiente ideológico y social del machismo, es la expresión extrema del patriarcado que se agudiza en las relaciones desiguales y asimétricas, propias del sistema capitalista patriarcal.
El lamentable feminicidio de Jennifer Carolina Viera, a manos de Edwin “Inca” Valero, su esposo, ha sido sólo uno entre millones. Aproximadamente cada cinco días muere una mujer a manos de su cónyuge, pero no son visibilizados como casos de violencia de género.
La muerte es el final de una espiral de violencia de género que puede ser detectada y detenida a tiempo. Múltiples factores inhiben el proceso de denuncia en las mujeres víctimas de violencia: el temor, los vínculos afectivos, la falta de apoyo, las relaciones de poder que se tejen en el ciclo de la violencia (más si se trata de personajes públicos y reconocidos) y la reedición de la violencia en prácticas sexistas prejuiciosas en los organismos competentes (o sea, violencia institucional).
Nos preguntamos ¿Cómo teniendo una de las leyes más avanzadas del mundo para la protección de los derechos de las mujeres, aun ocurran éstos hechos? ¿Quiénes son los funcionarios y las funcionarias que la aplican y cómo la aplican? La muerte de Jennifer fue evitable, de eso no nos queda la menor duda.
Los feminicidios como hecho noticioso son tratados de forma sensacionalista, morbosa y amarillista. A la violencia mortal se suma la violencia mediática se los llama “crímenes pasionales” y se convierte al agresor en víctima, eximiéndolo de responsabilidad. Se utilizan los hechos de manera oportunista, banalizando o utilizando políticamente un gravísimo problema social y de salud pública, sin producir una reflexión social honesta y educativa. El caso “Inca” no ha sido la excepción. Razón que nos ha llevado a las Organizaciones, colectivos y militantes feministas; mujeres y hombres, comprometidos contra la injusticia a congregarnos en una concentración frente al TSJ para solicitar:
· Una investigación exhaustiva de los hechos, ya que es necesario que l@s verdader@s responsables sean debidamente sancionados y así sentar un precedente positivo en la lucha contra el feminicidio en nuestro país, para que estos hechos lamentables no se repitan.
· Mejorar y profundizar la formación, sensibilización y evaluación de l@s funcionari@s que atienden y procesan las denuncias de violencia de género en nuestras instituciones y juzgados.
· Realizar una cruzada nacional cultural e institucional, de manera permanente a través de los medios de comunicación, y en todos los espacios educativos y comunitarios, para prevenir y erradicar la violencia y el machismo.
· Desarrollar y mejorar los sistemas de atención, procesamiento de denuncias, amparo y apoyo a las mujeres víctimas de violencia.
· Generar y divulgar información estadística y cualitativa sobre violencia de género que oriente las políticas públicas y las acciones sociales.
La ARAÑA FEMINISTA, Caracas, 27 de abril de 2010
A las instituciones y la sociedad venezolana
“Ni un feminicidio más”
El feminicidio es el asesinato de mujeres favorecido por el ambiente ideológico y social del machismo, es la expresión extrema del patriarcado que se agudiza en las relaciones desiguales y asimétricas, propias del sistema capitalista patriarcal.
El lamentable feminicidio de Jennifer Carolina Viera, a manos de Edwin “Inca” Valero, su esposo, ha sido sólo uno entre millones. Aproximadamente cada cinco días muere una mujer a manos de su cónyuge, pero no son visibilizados como casos de violencia de género.
La muerte es el final de una espiral de violencia de género que puede ser detectada y detenida a tiempo. Múltiples factores inhiben el proceso de denuncia en las mujeres víctimas de violencia: el temor, los vínculos afectivos, la falta de apoyo, las relaciones de poder que se tejen en el ciclo de la violencia (más si se trata de personajes públicos y reconocidos) y la reedición de la violencia en prácticas sexistas prejuiciosas en los organismos competentes (o sea, violencia institucional).
Nos preguntamos ¿Cómo teniendo una de las leyes más avanzadas del mundo para la protección de los derechos de las mujeres, aun ocurran éstos hechos? ¿Quiénes son los funcionarios y las funcionarias que la aplican y cómo la aplican? La muerte de Jennifer fue evitable, de eso no nos queda la menor duda.
Los feminicidios como hecho noticioso son tratados de forma sensacionalista, morbosa y amarillista. A la violencia mortal se suma la violencia mediática se los llama “crímenes pasionales” y se convierte al agresor en víctima, eximiéndolo de responsabilidad. Se utilizan los hechos de manera oportunista, banalizando o utilizando políticamente un gravísimo problema social y de salud pública, sin producir una reflexión social honesta y educativa. El caso “Inca” no ha sido la excepción. Razón que nos ha llevado a las Organizaciones, colectivos y militantes feministas; mujeres y hombres, comprometidos contra la injusticia a congregarnos en una concentración frente al TSJ para solicitar:
· Una investigación exhaustiva de los hechos, ya que es necesario que l@s verdader@s responsables sean debidamente sancionados y así sentar un precedente positivo en la lucha contra el feminicidio en nuestro país, para que estos hechos lamentables no se repitan.
· Mejorar y profundizar la formación, sensibilización y evaluación de l@s funcionari@s que atienden y procesan las denuncias de violencia de género en nuestras instituciones y juzgados.
· Realizar una cruzada nacional cultural e institucional, de manera permanente a través de los medios de comunicación, y en todos los espacios educativos y comunitarios, para prevenir y erradicar la violencia y el machismo.
· Desarrollar y mejorar los sistemas de atención, procesamiento de denuncias, amparo y apoyo a las mujeres víctimas de violencia.
· Generar y divulgar información estadística y cualitativa sobre violencia de género que oriente las políticas públicas y las acciones sociales.
La ARAÑA FEMINISTA, Caracas, 27 de abril de 2010
sábado, 6 de febrero de 2010
La radio se viste de barrio
El barrio el Guarataro es conocido por ser uno de los más peligrosos de Caracas, los narcotraficantes caminan por sus calles con las ametralladoras colgadas al hombro, totalmente impunes. Las camionetas y los jeeps suben el cerro sólo hasta las cinco de la tarde, después poca gente se atreve a moverse en lo alto de las barriadas. Los tiroteos se escuchan todas las noches, la policía no entra jamás, sus rondas empiezan y terminan en la avenida principal, en la zona de las estaciones del metro, lo que pase barrio adentro no es asunto de ellos.
Apenas subiendo por la calle central se puede ver junto a las primeras montañas de basura, la casa de alimentación, donde se reúne también el consejo comunal, un poco mas arriba, hay unas escaleras que llevan hasta la casa cultural ¨las amarillas¨, allí se dan talleres y se organizan algunas actividades comunitarias. Desde hace varios sábados las mujeres de la comunidad han estado asistiendo a unos talleres de comunicación, como producto final decidieron hacer una radio abierta y los últimos dos encuentros estuvieron dedicados a la planificación, se acordó hacerla el domingo por mañana porque a esa hora los malandros duermen y no hay peligro…
A las diez de la mañana ya estaban acomodadas las sillas, con un megáfono una compañera recorría las calles invitando a la comunidad a sumarse, la música ya sonaba a todo volumen desde los parlantes, las locutoras nerviosas preparan la mesa de trabajo, acomodaban los micrófonos, probaban sonido, ordenaban los papeles con las pautas…
De a poco se comenzó a acercar la gente, curiosa porque no sabían a que se debía todo ese bochinche. Cuando tomaron el coraje suficiente, las compañeras decidieron largar con el programa. Saludaron alegremente a la concurrencia y les contaron el motivo de la radio abierta. Esta surgió como propuesta por unos talleres de comunicación que habían estado recibiendo, con el objetivo de fortalecer el comité de comunicación del consejo comunal que, contaron, venia de capa caída. Les dijeron que por ser la primer emisión hablarían justamente del consejo comunal, la historia de su conformación, una puesta al día del trabajo de cada uno de los comités, un debate abierto en torno a las principales problemáticas que debían ser abordadas.
Para la organización de la radio de calle, las participantes se dividieron en comisiones, algunas estuvieron encargadas de las cuestiones radiofónicas específicamente, mientras que otras se hicieron cargo de asuntos más logísticas, estas últimas, poco después de comenzar el programa, se ocuparon de repartir volantes con información sobre los distintos talleres que se estaban llevando a cabo, como así también los espacios de reunión para sumarse a la nueva emisora de calle que estaba naciendo ese día. Asimismo se ocuparon de repartir jugo y galletas para amenizar la calurosa jornada.
Como la radio abierta tenía un carácter fuertemente participativo, los vecinos y las vecinas comenzar a acercase a la mesa de locución para dar sus opiniones sobre las principales problemáticas que aquejaban al barrio y las distintas estrategias que podían implementarse para solventarlas.
Dos horas después, la primer emisión llegaba a su fin. Pero… ¿Tan rápido?-se quejaban algunos-
-¡Hay tanto que hablar todavía!
- Yo quería decir algo sobre la basura
- A mi se olvido agregar esto otro…
-Tranquilos camaradas- los calmaron las locutoras -todo el mundo puede participar, porque el domingo que viene nuevamente la radio de vestirá de barrio para llenar de palabras y canciones las callecitas del Guarataro…
Guillermina Soria
Apenas subiendo por la calle central se puede ver junto a las primeras montañas de basura, la casa de alimentación, donde se reúne también el consejo comunal, un poco mas arriba, hay unas escaleras que llevan hasta la casa cultural ¨las amarillas¨, allí se dan talleres y se organizan algunas actividades comunitarias. Desde hace varios sábados las mujeres de la comunidad han estado asistiendo a unos talleres de comunicación, como producto final decidieron hacer una radio abierta y los últimos dos encuentros estuvieron dedicados a la planificación, se acordó hacerla el domingo por mañana porque a esa hora los malandros duermen y no hay peligro…
A las diez de la mañana ya estaban acomodadas las sillas, con un megáfono una compañera recorría las calles invitando a la comunidad a sumarse, la música ya sonaba a todo volumen desde los parlantes, las locutoras nerviosas preparan la mesa de trabajo, acomodaban los micrófonos, probaban sonido, ordenaban los papeles con las pautas…
De a poco se comenzó a acercar la gente, curiosa porque no sabían a que se debía todo ese bochinche. Cuando tomaron el coraje suficiente, las compañeras decidieron largar con el programa. Saludaron alegremente a la concurrencia y les contaron el motivo de la radio abierta. Esta surgió como propuesta por unos talleres de comunicación que habían estado recibiendo, con el objetivo de fortalecer el comité de comunicación del consejo comunal que, contaron, venia de capa caída. Les dijeron que por ser la primer emisión hablarían justamente del consejo comunal, la historia de su conformación, una puesta al día del trabajo de cada uno de los comités, un debate abierto en torno a las principales problemáticas que debían ser abordadas.
Para la organización de la radio de calle, las participantes se dividieron en comisiones, algunas estuvieron encargadas de las cuestiones radiofónicas específicamente, mientras que otras se hicieron cargo de asuntos más logísticas, estas últimas, poco después de comenzar el programa, se ocuparon de repartir volantes con información sobre los distintos talleres que se estaban llevando a cabo, como así también los espacios de reunión para sumarse a la nueva emisora de calle que estaba naciendo ese día. Asimismo se ocuparon de repartir jugo y galletas para amenizar la calurosa jornada.
Como la radio abierta tenía un carácter fuertemente participativo, los vecinos y las vecinas comenzar a acercase a la mesa de locución para dar sus opiniones sobre las principales problemáticas que aquejaban al barrio y las distintas estrategias que podían implementarse para solventarlas.
Dos horas después, la primer emisión llegaba a su fin. Pero… ¿Tan rápido?-se quejaban algunos-
-¡Hay tanto que hablar todavía!
- Yo quería decir algo sobre la basura
- A mi se olvido agregar esto otro…
-Tranquilos camaradas- los calmaron las locutoras -todo el mundo puede participar, porque el domingo que viene nuevamente la radio de vestirá de barrio para llenar de palabras y canciones las callecitas del Guarataro…
Guillermina Soria
Los sin techo, ocupantes del poder popular
Al lado de mi casa, yo no tenía idea, resulta ser hay un hotel que lleva más de quince años abandonado. Así que una noche llegaron unas familias y sin avisar ni pedir permiso a nadie se instalaron a vivir ahí. Eso, por supuesto, causó gran revuelo entre mis vecinos, quienes convocaron inmediatamente a una reunión con carácter urgente. Solo por curiosidad decidí asistir, previa visita a los nuevos moradores para saber quienes eran y porque habían irrumpido de esa manera en una propiedad privada. Para mi tranquilad son los compañeros de una organización que se llama ¨Los Sin Techo¨, me explicaron que no quieren molestar a nadie, que no son violentos, que hablaron con la gente del Consejo Comunal, con la Alcaldía y que están planificando hacer unas mejoras en la cuadra, el muchacho que cuidaba la puerta me aclaró que no hay drogadictos ni ladrones.
Una de las principales problemáticas caraqueñas es la crisis de vivienda. La urbe está colapsada, los pobres emigraron desde el campo en los años de la bonanza petrolera; expulsados del casco urbano, se fueron a vivir a los a los cerros que rodean la ciudad. Destacados arquitectos, se las ingeniaron para construir sus hogares y dibujaron el paisaje que caracteriza a esta capital caribeña. Cuarenta años de desidia y desasistencia gubernamental, empujaron al ochenta por ciento de la población a vivir en la pobreza, hacinados en estos barrios gigantescos, sin planificación, ni servicios de ningún tipo se encuentran actualmente en constante riesgo de derrumbe.
Esto trajo aparejado otro fenómeno, el de las invasiones u ocupaciones, que parecen lo mismo pero no lo son. Las invasiones se caracterizan por ser violentas, armadas, hay ladrones, vendedores de droga, bastante gente necesitada y muchos más que lucran con esos espacios. Las ocupaciones, en cambio son llevadas a cabo por organizaciones sociales, investigan espacios que estén abandonados, realizan censos en los barrios que están en situación de riesgo, organizan a la gente y proceden a ocupar esas propiedades. Una vez allí, comienzan a presionar a la Alcaldía correspondiente para que proceda a expropiar el inmueble y les otorgue los derechos de propiedad, en paralelo realizan mejoras en la comunidad, pintan, asean la zona, coordinan jornadas de salud y actividades culturales.
La reunión del Edificio comenzó bastante puntual, pude reconocer a una señora que pertenece al Consejo Comunal, a una vieja gorda portuguesa que cuando me cruza en el asesor me mira como si yo fuera un bicho raro, un griego que vive al lado de mi casa. Una doña que vive en el tercer piso, una pareja del quinto, un muchacho joven que no pude identificar y algunos otros y otras que no había visto jamás.
- Vamos a buscar a un abogado- propuso enérgicamente uno de los vecinos
- ¿Y para qué?- le repliqué- ellos no están ocupando ésta propiedad.
- Pero mi ventana da a su techo, si se quieren meter no tienen más que poner una escalera- dijo la doña del piso tres con cara de espanto.
Intente explicarles que sólo ocupan propiedades vacías, que tienen muchos años desabitadas, que no tienen donde más vivir.
- ¿Y tu cómo sabes eso?- me preguntó un coro de voces
- Porque hablé con ellos
-¿En serio?
-¿Si? Tú si eres loca chica ¡mira si te secuestran!
- ¿Y qué te dijeron?
- ¿Cómo son?
-¡Son gente!- les respondí indignada- gente como ustedes y como yo …
- ¡Malandros!- dijo la portuguesa.
-No me pareció señora- objeté.
-Yo ver uno que tener un celular carísimo, ese no tener necesidad ¡Yo trabajar para tener casa, ellos no trabajar, ellos malandros, ladrones ¡usurpadores! ¡usurpadores!-Gritaba furiosa mientras golpeaba su bastón contra el suelo.
Su intervención enardeció los ánimos de los que todavía estaban indecisos.
-Por favor señora, ellos no se metieron en su casa ¡están ocupando ese hotel que lleva quince años abandonado!- argumenté tratando de llevar agua para mi molino
-Ahora estos terrenos se van a desvalorizar con esa gente ahí- lanzó la señora que (no podía creer esto) ¡era la del consejo comunal!
La miré atónita y con cara de espanto, cuanto entré a la reunión supuse, ingenuamente, que ella defendería como yo, una expresión de poder popular como la que se estaba llevando a cabo en nuestra comunidad…
- Yo ví un poco de gente vestida de rojo- comentó el del quinto.
- Es probable- le dije con ironía- son una organización social.
- ¿Y tu cómo sabes?- Preguntó nuevamente el coro de voces.
- ¡Porque hablé con ellos! ¿No les acabo de decir?
- Seguro que son malandros
- ¡Que no! ¡Son una organización!
- Bueno, pero chavistas sí son, que es casi lo mismo- dijo burlonamente la señora del tercero.
Busqué con los ojos a la camarada del consejo comunal, porque ella también es chavista, pero ya se había ido…
- ¿A dónde vamos a llegar con este gobierno? Maldito Chávez. Uno trabaja todo el día y él solo le regala el dinero de nuestro petróleo a esos marginales y a esos cubanos desgraciados.
- Disculpe, pero me parece que Chavez no tiene nada que ver- dije tratando de contener un ataque de ira- me parece mejor que discutamos como vamos a afrontar esta situación, creo que es mejor dialogar con los compañeros y…
- ¿Dialogar? Seguro nos roban o nos caen a tiros.
- Por favor no son violentos.
- ¿Y tú cómo sabes? me increpó nuevamente el coro de voces.
- ¡Porque hablé con ellos!
- ¿Si?
- ¿Y cómo son?
Ante esta pregunta entendí lo absurdo que era seguir allí y me fui al lado, donde estaba la señora del consejo comunal conversando alegremente con los camaradas de la ocupación…
Guillermina Soria
Una de las principales problemáticas caraqueñas es la crisis de vivienda. La urbe está colapsada, los pobres emigraron desde el campo en los años de la bonanza petrolera; expulsados del casco urbano, se fueron a vivir a los a los cerros que rodean la ciudad. Destacados arquitectos, se las ingeniaron para construir sus hogares y dibujaron el paisaje que caracteriza a esta capital caribeña. Cuarenta años de desidia y desasistencia gubernamental, empujaron al ochenta por ciento de la población a vivir en la pobreza, hacinados en estos barrios gigantescos, sin planificación, ni servicios de ningún tipo se encuentran actualmente en constante riesgo de derrumbe.
Esto trajo aparejado otro fenómeno, el de las invasiones u ocupaciones, que parecen lo mismo pero no lo son. Las invasiones se caracterizan por ser violentas, armadas, hay ladrones, vendedores de droga, bastante gente necesitada y muchos más que lucran con esos espacios. Las ocupaciones, en cambio son llevadas a cabo por organizaciones sociales, investigan espacios que estén abandonados, realizan censos en los barrios que están en situación de riesgo, organizan a la gente y proceden a ocupar esas propiedades. Una vez allí, comienzan a presionar a la Alcaldía correspondiente para que proceda a expropiar el inmueble y les otorgue los derechos de propiedad, en paralelo realizan mejoras en la comunidad, pintan, asean la zona, coordinan jornadas de salud y actividades culturales.
La reunión del Edificio comenzó bastante puntual, pude reconocer a una señora que pertenece al Consejo Comunal, a una vieja gorda portuguesa que cuando me cruza en el asesor me mira como si yo fuera un bicho raro, un griego que vive al lado de mi casa. Una doña que vive en el tercer piso, una pareja del quinto, un muchacho joven que no pude identificar y algunos otros y otras que no había visto jamás.
- Vamos a buscar a un abogado- propuso enérgicamente uno de los vecinos
- ¿Y para qué?- le repliqué- ellos no están ocupando ésta propiedad.
- Pero mi ventana da a su techo, si se quieren meter no tienen más que poner una escalera- dijo la doña del piso tres con cara de espanto.
Intente explicarles que sólo ocupan propiedades vacías, que tienen muchos años desabitadas, que no tienen donde más vivir.
- ¿Y tu cómo sabes eso?- me preguntó un coro de voces
- Porque hablé con ellos
-¿En serio?
-¿Si? Tú si eres loca chica ¡mira si te secuestran!
- ¿Y qué te dijeron?
- ¿Cómo son?
-¡Son gente!- les respondí indignada- gente como ustedes y como yo …
- ¡Malandros!- dijo la portuguesa.
-No me pareció señora- objeté.
-Yo ver uno que tener un celular carísimo, ese no tener necesidad ¡Yo trabajar para tener casa, ellos no trabajar, ellos malandros, ladrones ¡usurpadores! ¡usurpadores!-Gritaba furiosa mientras golpeaba su bastón contra el suelo.
Su intervención enardeció los ánimos de los que todavía estaban indecisos.
-Por favor señora, ellos no se metieron en su casa ¡están ocupando ese hotel que lleva quince años abandonado!- argumenté tratando de llevar agua para mi molino
-Ahora estos terrenos se van a desvalorizar con esa gente ahí- lanzó la señora que (no podía creer esto) ¡era la del consejo comunal!
La miré atónita y con cara de espanto, cuanto entré a la reunión supuse, ingenuamente, que ella defendería como yo, una expresión de poder popular como la que se estaba llevando a cabo en nuestra comunidad…
- Yo ví un poco de gente vestida de rojo- comentó el del quinto.
- Es probable- le dije con ironía- son una organización social.
- ¿Y tu cómo sabes?- Preguntó nuevamente el coro de voces.
- ¡Porque hablé con ellos! ¿No les acabo de decir?
- Seguro que son malandros
- ¡Que no! ¡Son una organización!
- Bueno, pero chavistas sí son, que es casi lo mismo- dijo burlonamente la señora del tercero.
Busqué con los ojos a la camarada del consejo comunal, porque ella también es chavista, pero ya se había ido…
- ¿A dónde vamos a llegar con este gobierno? Maldito Chávez. Uno trabaja todo el día y él solo le regala el dinero de nuestro petróleo a esos marginales y a esos cubanos desgraciados.
- Disculpe, pero me parece que Chavez no tiene nada que ver- dije tratando de contener un ataque de ira- me parece mejor que discutamos como vamos a afrontar esta situación, creo que es mejor dialogar con los compañeros y…
- ¿Dialogar? Seguro nos roban o nos caen a tiros.
- Por favor no son violentos.
- ¿Y tú cómo sabes? me increpó nuevamente el coro de voces.
- ¡Porque hablé con ellos!
- ¿Si?
- ¿Y cómo son?
Ante esta pregunta entendí lo absurdo que era seguir allí y me fui al lado, donde estaba la señora del consejo comunal conversando alegremente con los camaradas de la ocupación…
Guillermina Soria
Fuerza Motorizada, Revolución Bolivariana
Odio los casamientos, los caramelos media hora, las picaduras de mosquitos, las alergias de primavera, el frío de los aires acondicionados. Odio las viejas escuálidas y chismosas que viven en mi edificio, odio el reguetón y el machismo recalcitrante de los hombres venezolanos. Odio las tipas operadas y frívolas, que pasan dos horas arreglándose antes de ir al trabajo y me miran como si fuera un fenómeno, porque no uso dos toneladas de maquillaje, ni zapatos de tacón. Odio que únicamente haya hombres en los billetes de mi país y de paso genocidas como Roca y Mitre. Odio el dolor de muelas y la gente amargada. Pero lo que más odio, lo que realmente detesto por encima de todas las cosas, es la sensación de angustia que me carcome cuando estoy llegando tarde a trabajar y aun más que eso odio tener que madrugar. Algo complicado tomando en consideración, que estas dos situaciones están bastante vinculadas. Salvo las veces que pude trabajar después de mediodía, para no pasar por la angustia de la llegada tarde, tenía que franquear el trauma del madrugón.
En Caracas, una puede pasar dos horas en una cola de autos para hacer un recorrido, que en una situación normal, demoraría diez minutos en transitar. El Metro es la gran solución para la ciudad, sin embargo en horas pico es un verdadero infierno viajar en el, sobre todo para mí, que nunca, jamás voy a lograr colarme entre la maroma de gente que me aplasta. La otra opción son las camionetas, que también van llenas pero siempre alguien solidario que te hace un lugarcito, sin embargo, tomarlas implica tener que estar viajando durante hora y media para llegar a mi oficina. La tercer posibilidad, es el transporte que la Fundación pone a disposición de los trabajadores y las trabajadoras, sale a dos cuadras de mi casa pero… ¡a las seis y media de la mañana! El madrugón que implica tomar el transporte es algo inaudito, de paso que por vueltera, cuando me levanto como para cazarlo, me termina dejando. Finalmente, recurro a los noventa minutos de camioneta, que obviamente implican llegar tardísimo a laburar. El metro es una alternativa absolutamente descartada. La contradicción entre el madrugón y la llegada tarde motorizaban la lucha de mis amaneceres, hasta que la dialéctica me permitió liberarme de la opresión caraqueña. ¿Cuál fue el actor de la revolución del transporte? Los mototaxistas. Si, como suena, taxistas que andan en moto. Motorizados que hacen las veces de taxistas. Viajar en moto es lo máximo, claro, se corre riesgo de muerte, porque la mayoría son imprudentes, se meten por cualquier lado, para ellos no hay Dios, amo, ni ley de tránsito que respeten, corren demasiado... Pero a pesar del peligro mortal una tiene la garantía de llegar (en caso de sobrevivir al viaje) a cualquier parte en diez minutos.
Frente a mi casa hay una línea de motorizados,que los fachos de mi edificio, se empeñaron en sacar hace un tiempo. Es que como son gente de barrio, tienen mal aspecto y pinta de malandros, como los okupas del lado, afean la cuadra. Mejor que se vayan para otro lado… de paso, a diferencia de la mayoría de los taxistas, son chavistas. Los camaradas están organizados en cooperativa y pertenecen a la Fuerza Motorizada, que se activa siempre en las coyunturas. Cuando me llevan al trabajo, me ponen el casco, me cobran tarifa solidaria y se preocupan que no me vaya a quemar con el caño. El trayecto es un poco largo, veinte minutos, tiempo suficiente para una conversa, generalmente, de política.
- Es que el tema acá es la lucha de clases. Me dijo uno el otro día
- Perdón ¿Cómo dijiste? Le pregunté medio incrédula de que estuviera hablando de la lucha de clases efectivamente.
- Que el problema en Venezuela es la lucha de clases. De los que tienen contra los que no tienen. Entonces ahora ellos se resisten. Como uno ya no es un bruto ignorante.
- Claro.
- Yo hace mucho que pienso en estas cosas, muy interesante ¿no?
- Si, si, claro.
En todos los viajes los compañeros me explican de algo sobre la opresión, la explotación o la desigualdad y como entienden ellos que se puede salir de eso.
- El camino es la Revolución, mira nosotros, no teníamos nada, teníamos que trabajar todo el día para conseguir algo de real para comer. Ahorita somos nuestros propios jefes, hay que trabajar mucho, por supuesto, pero nadie nos mande, ni nos humilla, ni nos explota.
Discusión va, discusión viene, entre viaje y viaje, hablamos de la importancia de la organización social, del problema del burocratismo, de la necesidad que el Proceso Revolucionario profundice sus posiciones hacia la izquierda. También les digo que intenten no ser imprudentes, que no corran, que no traten ni se refieran a las mujeres como cosas, que sería bueno, ya que están organizados, pensar algún proyecto socio-productivo. En eso andamos, desde la patria bolivariana, haciendo la revolución motorizada.
Guillermina Soria
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