Guillermina
Soria / soriaguillermina@gmail.com
El
feminismo desde el cual hablamos, es una corriente del pensamiento
emancipatorio que ha desplegado su accionar en las luchas populares a
lo largo de la historia, tanto desde el activismo militante en la
calle, como desde el terreno de la teoría, a través del desarrollo
del pensamiento crítico, constituyendo, de esta manera, una
verdadera praxis contra el patriarcado y el capitalismo.
Uno
de los principales aportes de este feminismo popular, ha sido la
capacidad de visibilizar relaciones de dominación en diferentes
ámbitos de la sociedad, que se cristalizan en la cotidianidad, o eso
que el liberalismo dio en llamar “el mundo de lo privado”. Este
ejercicio crítico de develar otras contradicciones, además de la de
clase, pero igual de fundamentales para entender la realidad permitió
ampliar la mirada para entender la multiplicidad de manifestaciones
que asume la resistencia a la opresión.
Esta
diversificación de la rebeldía, lejos de dividir, nutrió a los
movimientos sociales del campo popular convocando, desde lo personal,
hacia un horizonte colectivo emancipatorio. Esta brecha caminada por
las feministas, sigue ensanchándose con el accionar de todas las
expresiones del variopinto campo de la resistencia.
El
ejercicio de ampliar las miradas aportado por el feminismo, nos lleva
a saludar el proceso de diálogo entre la insurgencia y el gobierno
de Santos, lo cual constituye un enorme logro del movimiento popular
colombiano, ya que significa una nueva oportunidad de construir la
paz en la hermana república. La ecuación de la guerra en Colombia
se expresa de manera desigual: son pocos los beneficiados,
principalmente, el complejo industrial armamentista norteamericano, y
muchos sectores los afectados (más de 57 mil personas desaparecidas
en los últimos 30 años según la ONU, 7500 presos(as)
políticos(as), más de 4 millones de personas desplazadas, las
víctimas de los asesinatos extrajudiciales, conocidos como “falsos
positivos”...) La lógica patriarcal que atraviesa la confrontación
armada, hace particularmente duras las situaciones vividas por las
mujeres.
Esta
diversidad de rebeldías multiplica a su vez las responsabilidades,
es por eso que este nuevo escenario, nos convoca a solidarizarnos con
los esfuerzos del pueblo colombiano para transitar el camino de la
paz con justicia social. Es importante que se sepa que Colombia no
está sola y que desde Venezuela, esta revolución jugará su papel
para hacer realidad los sueños del Libertador Simón Bolívar.
Este
es un elemento más que evidencia como la batalla del “7 O” asume
características estratégicas para la consolidación del mundo
multipolar, donde se pueda garantizar un futuro de paz para la
humanidad. El triunfo del candidato de la patria, Hugo Rafael Chávez
Frías, será celebrado con profundo entusiasmo por las
revolucionarias y los revolucionarios del mundo entero. ¡Venceremos!
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